disfrazada de jackie kennedy

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La coyuntura de esta boda de Lauren Sánchez y Jeff Bezos no puede ser más cósmica: quién podía imaginar que los dos emperadores de Estados Unidos, el presidente Donald Trump y el propietario de Amazon, Jeff Bezos, pisarían el mismo suelo europeo en la misma semana. El primero acudió a La Haya para poner patas arriba la Cumbre de la OTAN en la que, según cuentan los análisis, casi todos le dieron a razón para que no cogiera una rabieta. El segundo ha querido casarse en la bella Venecia, parapetado en hoteles de siete estrellas y rodeado por marines disfrazados de guardaespaldas. Y una lista VIP estratosférica de invitadas con Rania de Jordania a la cabeza.
Contemplar a estos dos hombres en acción es fascinante: tanto a Trump, creyendo que doblega con sus manotazos a los arteros diplomáticos europeos, como a Bezos, tirando besos y saludando como si fuera Beyoncé o Bad Bunny. Como si alguien le aclamara, vamos. Efectivamente, el emperador está desnudo y todas, al menos todas las que no hemos sido invitadas ni a la Cumbre de la OTAN ni a la boda en Venecia, podemos ver su ridiculez, más allá del maquillaje naranja de uno y la teatralidad extemporánea del otro.
Pongamos algunas cifras encima de la mesa que suscriben la mejor teoría leída hasta la fecha acerca de esta gran ceremonia imperial de Bezos: «Esta boda 'chonea'», dictaminó el diseñador Juan Avellaneda, desde hace tiempo árbitro de la elegancia desde su perfil de Instagram. Avellaneda encuadró a muchas de las invitadas en el estilo 'choni', aunque quizá sin conocer demasiado bien la gracia plebeya y desparpajo popular de una verdadera choni de barrio. Lo que estamos viendo en Venecia no son chonis (ya quisieran). Son, sencillamente, millonarias desesperadas. Desesperadas por parecerse a Sofía Loren.
Vamos con las cifras. Ya lo sabemos: Jeff Bezos se ha gastado alrededor de 50 millones de euros para regalarle a su novia, la presentadora de televisión Lauren Sánchez (ganadora de un Emmy en 1999), una boda para recordar. Y Venecia la recordará, de hecho, como la ceremonia más sucia que jamás vio la ciudad de los canales: nueve enormes yates fondearon en el abarrotado puerto y 90 aviones privados esperan en el aeropuerto Marco Polo para devolver a sus propietarios allá donde deseen.
La ONG Consejo Internacional de Transporte Limpio ha calculado que generarán 5.000 toneladas de gases de efecto invernadero. Los novios pidieron a sus invitados que, en vez de regalos, hicieran donaciones a grupos ecologistas. Y, de hecho, muchos activistas han protestado de todas las maneras posibles por la irrupción de Bezos y Sánchez en Venecia y su intención de hacerse propietarios del lugar, cortando el tráfico aquí y allá, impidiendo el paso a los peatones, a golpe de talonario.
Bezos ha logrado 'alquilar' Venecia solo en parte, pues se frustró su intención de casarse en un edificio histórico del centro de la ciudad. Tampoco tuvo suerte durante la esperada fiesta de la preboda del jueves: una tormenta bíblica hizo huir despavoridas y despeluchadas a las estrellas invitadas, que corrieron a sus lanchas para llegar a su hotel. Una venganza en toda regla de la Naturaleza que se celebró casi en cada hogar de la ciudad.
Pese a las protestas, los memes en las redes y el lema «No Kings No Bezos» ('No a los reyes, no a Bezos', una adaptación del grito anti Trump) proyectado con láser en la plaza de San Marcos, los novios no han dado muestras de captar el rechazo popular. Parece que la novia declaró lo siguiente en la noche del diluvio: «Estoy viviendo un cuento de hadas, estoy en el séptimo cielo en una ciudad maravillosa, con el hombre que amo. No podría ser más feliz».
El alcalde sí que ha de estar feliz: calculó que el enlace entre Lauren Sánchez y Jeff Bezos podría generar un impacto económico total de unos 957 millones de euros, incluida una gigante campaña de publicidad. Algunos artesanos locales (porque los novios regalaron a sus invitados una pieza de cristalería de Murano y dulces de la confiteria Rosa Salva), empresas de taxis y las grandes cadenas de hoteles se llevarán su parte, pero muy poco de todo ese dinero irá a parar a los bolsillos de los vecinos que han soportado el evento.
Más números: se rumorea que Lauren Sánchez lucirá durante su estancia en Venecia 27 looks de alta costura, de los que de momento hemos visto un Schiaparelli apabullante. Al menos de frente, pues al ponerse de perfil el busto artificial de la novia deshace gran parte de su magia (Avellaneda dixit). 'The New York Times' publica que su estilista ha podido ser Anna Wintour, se supone que en su última comisión de servicio antes de abandonar la dirección de Vogue América, 37 años después. Suya pudo haber sido la idea de disfrazar a la novia de Jackie Kennedy con un look sesentero de Dior, horas antes de ponerse el traje de novia de Dolce & Gabbana.
Pocos minutos después de que la novia dejara ver su vestido, Vogue lanzó en su website el reportaje del 'fitting' de Lauren Sánchez en el atelier de Dolce & Gabbana en Milán. «Me siento una princesa», exclamó al verse. Y desveló su inspiración, para sorpresa de nadie: el vestido de novia que lució Sofía Loren en 1958 para casarse con Cary Grant en la película Cintia (Houseboat). En la cena posterior, relata Vogue, la novia se puso un vestido inspirado en el que llevó Rita Hayworth en Gilda (1946). Y en la fiesta posterior, el protagonista fue un Oscar de la Renta con 175.000 cristales bordados.
Si la preboda se celebró en los jardines de la iglesia del siglo XIV Madonna dell'Orto, con el clan Kardashian al completo imitando a Loren, Vitti o Bellucci sin ser nada de eso; la ceremonia tuvo lugar en el anfiteatro de mármol de la isla San Giorgio Maggiore, frente a la Plaza de San Marcos. Para esta cita, las invitadas VIP dieron el do de pecho del mal gusto. Aunque Jeff y Lauren pretendieron discreción para su enlace, las celebrities lucharon denodadamente por protagonizar la foto más viral gracias al look más desaforado.
Las propuestas rosa de Ivanka Trump, Khloe Kardashian y Oprah Winfrey parecían salidas de los descartes de Barbie. Alicatadas con plumas, encajes y lentejuelas, debieron soportar más de 40 grados de calor los escasos minutos que pisaban las lanchas taxi. También sufrió la inclemencia veraniega Rania de Jordania, pero ella iba vestida con un Armani Privé de ensueño.
Tras la ceremonia y cena, la gran fiesta final se celebrará hoy en el Arsenale, un enorme recinto fortificado que desde el siglo XII hasta la II Guerra Mundial se dedicó a la industria naval y militar con armerías y astilleros. El dress code exige máscaras del Settecento (el XVIII veneciano) y se rumorea, aunque nada puede confirmarse hasta que se produzca, que Lady Gaga y Elton John ofrecerán un concierto.
HORÓSCOPO
Como signo de Agua, los Cáncer son sensibles, intuitivos, asertivso y muy empáticos. Les encata todo lo que tiene que ver con su hogar y su espacio, y se encargan de las necesidades de los demás como si fueran las suyas propias. Les encanta compartir secretos, pero a veces resultan posesivos y extremadamente sentimentales.