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Iniciar sesiónHay una anécdota que se cuenta a menudo para caracterizar la forma en que la reina Sofía educó al entonces príncipe Felipe. Él, muy niño todavía, estaba jugando con una pelota que le habían regalado y su madre se la quitó para que la usara otro niño. Don Felipe cogió una rabieta y la reina Sofía explicó: «Hay que dejarle, debe saber que él siempre será el último».
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Quiénes la conocieron en aquella época la describen como una progenitora firme, siempre preocupada por sus hijos y dispuesta a ayudarlos en alguna que otra situación comprometida por sus travesuras, y, dicen, que con cierta predilección por el príncipe Felipe, a quien en ocasiones consentía.
Lo cual no es extraño teniendo en cuenta que Felipe era el ansiado heredero a la corona española, que se regía y se rige por una variante de la ley sálica, que prefiere al varón. Sin embargo, a pesar de esa supuesta debilidad como madre, pocos tienen reproches hacia ella, aunque en los últimos años ha habido quien ha tratado de transmitir la impresión de que doña Sofía no supo educar a sus hijos, basándose en la idea de que todos sus matrimonios han sido complicados. La reina emérita, sin embargo, tuvo clara desde el principio su filosofía educativa, según le contaba a la periodista Pilar Urbano: el objetivo era que sus hijos «se encontraran así mismos» y «que pudieran valerse por sí mismos».
Una de las misiones principales, si no la más importante, de una reina es dar descendencia que asegure la sucesión. Don Juan Carlos y Doña Sofía tuvieron que esperar. La primera en nacer fue la infanta Elena, el 20 de diciembre de 1963. Se dice que doña Sofía escogió ese nombre, en recuerdo de una de sus muñecas.
La segunda fue otra niña, la infanta Cristina, que vino al mundo el 13 de junio de 1965, y recibió su nombre en honor a la Infanta María Cristina. Finalmente, el 30 de enero de 1968 llegó la noticia más esperada, cuando la Reina Sofía dio a luz a Felipe Juan Pablo Alfonso, nacido Infante, después convertido en Príncipe de Asturias y finalmente Rey de España.
En la clínica de Nuestra Señora de Loreto, donde habían nacido todos sus hijos, don Juan Carlos brindó emocionado con champán con los periodistas después de transmitir la feliz noticia a Franco: «Es machote como su padre». Pesó cuatro kilos trescientos gramos y tuvo como padrinos a su abuelo Don Juan y a su bisabuela, la Reina Victoria, que pisó España por primera vez en casi cuarenta años para asistir a su bautizo.
En sus primeros meses, como había hecho con sus dos hijas, doña Sofía bañó y dio de comer personalmente al príncipe, guiándose por su formación como puericultora. Era una madre feliz. Y siempre pendiente de todo. Tenía la última palabra respecto a los niños.
Por ejemplo, ordenó que en todo momento hubiera un ayudante que acompañara al joven Felipe cuando desarrollaba actividades fuera de la Zarzuela, según explicaba en una biografía el tutor del príncipe, José Antonio Alcina. No quería interferir, ni parecer demasiado controladora, pero sí estar informada. Sin embargo, desde el comienzo intentó explicarle a don Felipe que él no era igual que los demás.
En una ocasión en la que había salido con unos amigos a dar una vuelta en moto por La Zarzuela, ella le reprendió porque no había avisado. El príncipe, adolescente, se revolvió. Y entonces ella le dijo muy claramente «no olvides que tú no eres solo tú, sino que te acompañan muchas cosas, tú no tienes la misma libertad que tienen otros», según rememora uno de los amigos del Felipe VI.
Doña Sofía utilizaba la fórmula del «premio y el castigo» con sus hijos. «Los eduqué con ese criterio», reveló ella misma a la periodista Pilar Urbano. «Castigos leves, pero que les fastidiasen un poquito». Doña Sofía no dejó nada al azar en la educación de don Felipe y le inculcó desde muy niño valores como el respeto y la compasión. Valores que ella misma siempre se esmeró en seguir.
Cuando Felipe se marchó a estudiar a Canadá, fue su madre quien viajó con él para ayudarlo a instalarse y conocer de cerca a sus profesores. «Durante el vuelo, de unas 10 horas de duración, charlaron los dos durante largo tiempo de muchas cosas íntimas y, con toda seguridad, el príncipe recibió los últimos consejos para la larga ausencia», comentaba Alcina.
Las infantas, durante toda su infancia y adolescencia, se vieron obligadas a vivir a la sombra de su hermano pequeño. Fueron a colegios separados. Y llegó un momento en que los reyes eméritos se dividieron los papeles. Don Juan Carlos llevó las riendas de la ambiciosa formación académica y militar de su hijo y dejó a su esposa que se encargara de supervisar la educación de Cristina y Elena, menos exigente.
Pero, aunque Felipe admiraba a su padre y, a menudo lo imitaba, la confianza que tenía con su madre era mayor. Algo también propio de la época, los años setenta y ochenta, cuando la figura paterna solía adoptar una postura más distante con los hijos. Esta estrecha relación entre madre e hijo ha durado hasta hoy. Doña Sofía presume, por ejemplo, de haber sido la primera en adivinar que estaba saliendo con Letizia Ortiz.
Felipe VI es el primer rey Borbón con estudios universitarios, y habla tres idiomas, inglés, francés y catalán. Su formación desde niño estuvo pensada para que un día fuese el monarca más preparado de su dinastía. Y Doña Sofía siempre ha estado ahí.
El príncipe y ella han superado adversidades, los conflictos familiares causados por el caso Noós y el cuestionamiento de la legitimidad de la corona, por los escándalos que han perseguido al rey Juan Carlos. Los desacuerdos entre la reina Sofía y la reina Letizia tampoco consiguieron deterioraron la relación madre e hijo. Y eso es algo que se nota cuando están juntos.
HORÓSCOPO
Como signo de Aire, los Geminis son sociables cariñosos y divertidos. Son buenos conversadores y tenaces en sus planes y objetivos, con un punto de despiste. Pero, por la dualidad de su origen zodiacal, también pueden ponerse intensos de repente y obsesionarse con racionalizar todo lo que les rodea.