NO TE PIERDAS

Princesas que no solo heredan la corona, también el estilo: de la princesa Leonor a Amalia de Holanda

guía de viajes de hossegor

Ni en California ni en Bali, las mejores playas de surf están en este desconocido pueblo francés a menos de 6 horas de Madrid

Te descubrimos un paraíso natural que enamora por igual a apasionados del surf, a familias y a amantes de los viajes slow.

Vista de Hossegor desde el mar. Instagram: @hossegorofficiel

Los amantes del surf tienen su paraíso mucho más cerca de lo que imaginas. Mientras en Instagram comparten fotos en localizaciones remotas e idílicas en Bali o en el Big Sur californiano, cuando quieren coger buenas olas de verdad sin necesidad de subirse a un avión, meten la tabla en el coche y ponen rumbo a este pueblo secreto en la costa vasco-francesa. Y solo se lo cuentan a sus mejores amigos, que los tesoros no se comparten. Hasta hoy.

Para alguien que ha veraneado toda la vida en la Costa de la Muerte gallega, a saltos entre Doniños y Pantín, es difícil sorprenderse por una playa salvaje con buenas olas. Pero hace más de una década que tengo el corazón partío, que diría Alejandro Sanz, por culpa de un buen amigo que sí me compartió su secreto. Desde entonces, vacaciones de playa son para nosotros sinónimo de Hossegor.

En el corazón del departamento de Las Landas (región de Nueva Aquitania), en el País Vasco francés, a poco más de media hora de la frontera por el paso de Irún y a unas seis horas en coche desde Madrid, Soorts-Hossegor se antoja como el paraíso en la tierra para todos aquellos que quieran unos días de desconexión, playas impresionantes, naturaleza casi inexplorada y vida slow. Porque en Hossegor, como las secuencias de olas bien ordenadas, todo discurre a bajas revoluciones.

Cuando me preguntan qué tiene de especial Hossegor, no sé muy bien qué decir, porque quizá es ese famoso 'je ne sais quoi' lo que, precisamente, lo hace diferente y único. Lo que sí tengo claro es que quien lo prueba, repite. Y quizá sea su ambiente 'buenrollero' y ese aire desenfadado pero tremendamente chic lo que roba el corazón. Amén de sus playas, claro.

Las playas más bonitas de Hossegor

Toda su costa, salvaje, descarada y cautivadora, está dominada por una inmensa duna protegida (mucho menos conocida y concurrida que la famosa Dune du Pilat, a unas dos horas en coche al norte) tras la que se revela el secreto mejor guardado de Hossegor, sus playas. Todas ellas están bien provistas de baños limpios y duchas, parkings gratuitos, escuelas de surf y chiringuitos en los que merece la pena comer a precios más que razonables y disfrutar del afterbech con vistas a atardeceres inolvidables.

La más accesible y concurrida de las playas de Hossegor es la Centrale, a la que se accede directamente desde la plaza del mismo nombre, repleta de terrazas y restaurantes. También 'urbanas', la Sud y Notre Dame, unidas todas ellas en dirección a Capbreton, su pueblo vecino. Aunque el espectáculo va 'in crescendo' si nos dirigimos al norte.

En una secuencia de arena dorada y olas que solo diferencian los locales (y adoptados), nos encontramos con La Graviere, Les Estagnots o Le Penon, a cada cual más agrestre y encantadora, hasta llegar al final de la línea de playa, donde encontramos Casernes, un espacio protegido al que solo se accede tras un paseo de unos 15 minutos andando desde el parking. El espectáculo que regala al bajar la duna merece cada uno de los metros que recorres a pleno sol.

Hossegor, más allá de sus playas

Si dejamos a un lado la costa, pero sin salir del agua, Hossegor sorprende al viajero también con su imponente lago de agua de mar, con sus playas de interior tranquilas que se mueven al compás de las mareas, con sus imponentes mansiones de arquitectura típica vasca que observan desde la orilla y con sus criaderos de ostras. Y aquí te preponemos el mejor plan para el aperitivo, al fondo del lago (au fond du lac) podrás disfrutar de un vino blanco fresquito con una ración de esas ostras recién cogidas a precio de risa para los que estamos acostumbrados a las cartas de Madrid o Barcelona. Solo vino, ostras y quizá un poco de jamón (del normalito, eso sí). Para qué más.

Desde el lago, nos adentramos en el corazón del pueblo, con su mercado de abastos en la plaza de Les Halles, su ayuntamiento, sus parques bien cuidados, su recogida iglesia (con una imagen de Cristo estampada en una tabla de surf en uno de los lados del altar mayor), su Jai Alai, su casino y sus calles abarrotadas de tiendas y terrazas.

Para los amantes del golf, su campo de 18 hoyos ofrece un recorrido casi turístico entre casas majestuosas y, a escasos kilómetros al norte, en la vecina Seignosse y en medio de un bosque, se encuentra uno de los mejores campos de Europa y uno de los pocos par seis del mundo. Y si lo tuyo es el shopping, más allá de las tiendas encantadoras que encontrarás por el pueblo, necesitas ir a los outlets de Pedebert, a unos 10 minutos en coche del centro del pueblo, con descuentos impresionantes en firmas de primer nivel.

Dónde comer y cenar en Hossegor

En tu viaje a Hossegor, además de las ostras del lago y los chiringuitos a pie de arena (mi favorito es el de la playa de La Graviere), no puedes dejar de ir a estos bares y restaurantes. Ve a tomar el aperitivo al mercado de Les Halles, con puestos 'pret à manger' de calidad; descubre las opciones healthy y deliciosas, además de sus helados, del Tante Jeanne (Av. Paul Lahary, 45); prueba la carbonara del Gigio (Bulevar de la Dune, 579), las pizzas caseras y artesanas de Le Napoli (Avenida de la Gran Duna, 755) y cruza la calle para enamorarte, sí, enamorarte, de las costillas koreanas a baja temperatura con un delicioso toque picante de Le Prohibistró.

OSZAR »