De una boda sale otra

La boda de los duques de Kent hace 64 años donde se enamoraron Juan Carlos y Sofía: un cine, un baile y el plan de la reina

La boda de los Duques de Kent fue el acontecimiento que unió a Juan Carlos y Sofía y dio paso a empezar una relación sentimental al poco tiempo de conocerse.

Juan Carlos y Sofía, en sus primeros años de noviazgo. . Gtres
De una boda sale otra: La boda de los duques de Kent hace 64 años donde se enamoraron Juan Carlos y Sofía
Elena Castelló

La boda de los duques de Kent, celebrada el 8 de junio de 1961 (hace ahora 64 años), fue un acontecimiento de primer orden en la realeza de la época. Fue en este enlace en el que se conocieron e intimaron los reyes Juan Carlos y Sofía. Se dice que fue un plan orquestado por los Grecia y la reina Victoria Eugenia para que coincidieran durante las tres jornadas que estuvieron en Londres.

El objetivo era unir a los jóvenes príncipes y conseguir un matrimonio que no fuera desigual, como había sucedido con los propios duques de Kent y con la princesa Margarita, hermana de Isabel II, que, el año anterior, se había casado con un fotógrafo excéntrico, Anthony Amstrong-Jones, nombrado vizconde Linley y conde Snowdon por la reina.

A las nupcias asistieron el conde de Barcelona, Don Juan, y la reina Victoria Eugenia, junto con el príncipe Juanito. La reina fue una figura fundamental a la hora de hacer que cuadraran las cosas, pidiendo la colaboración de sus parientes Windsor en el asunto e incluso en el protocolo.

Parece, sin embargo, que a don Juan Carlos no le apetecía nada asistir a aquella boda. Y que la propia princesa Sofía acudió a regañadientes acompañando a su hermano Constantino, heredero al trono de Grecia, obligada por su padres.

Los novios, Katharine Worsley y el príncipe Eduardo

La novia era la aristócrata Katharine Worsley y contraía matrimonio con el príncipe Eduardo, duque de Kent, primo de Isabel II. El enlace tuvo lugar en el condado natal de la novia, en Yorkshire, en la catedral de York, donde no se celebraba una boda real desde hacía 600 años.

La pareja se había conocido cuando destinaron al duque a hacer unas maniobras, con su regimiento, el Royal Scots Grey, uniforme con el que se casó, cerca de Hovington Hall, la casa de infancia de Catalina, y donde vivían sus padres, Sir William Worsley, baronet y terrateniente, y Joyce Brunner.

Los duques de Kent el día de su boda. gtres

Anunciaron el compromiso en marzo de 1961, en Kensington –ella mostró su anillo, un zafiro ovalado con diamantes redondos alrededor– y se casaron en junio. Katharine lució un vestido de novia John Cavanagh, muy en boga en aquel momento –se lo recomendó su suegra, Marina de Grecia–: escote redondeado y mangas ajustadas, falda voluminosa de estilo princesa y una cola de cuatro metros. Lució una tiara bandeau art déco, de diamantes y perlas, que le había regalado su suegra por la boda, y que había pertenecido a la abuela de su marido, la reina María.

Juan Carlos y Sofía, alojados en un mismo hotel

Entre los invitados estaban, por supuesto, la reina Isabel, su marido, Felipe de Edimburgo, el príncipe Carlos y la princesa Ana, que fue dama de honor, junto con Lady Jane Fellows, hermana de Diana Spencer.

Asistieron miembros de las casas reales de Dinamarca, Grecia, Holanda y Noruega. Y, por supuesto, de España. En los días previos a la boda, los miembros de la familia real española se alojaron, como solían, en el Hotel Claridge's de Londres. Allí estaban también Constantino, el príncipe heredero de Grecia, y su hermana, la princesa Sofía. El trío de príncipes encajó muy bien.

Las salidas de Juan Carlos y Sofía

Fueron al cine a ver la película Éxodo y coincidieron en la misma mesa en la fiesta organizada en el elegantísimo Hotel Savoy para la realeza extranjera que había llegado para la boda. Allí estaba también el heredero Harald de Noruega, una antigua ilusión de Sofía, la heredera al trono danés, Margarita, la reina Elena de Rumanía, los príncipes Pablo y Alejandro de Yugoslavia y la princesa Margarita de Hohenlohe-Langeburg.

Juan Carlos y Sofía salieron juntos varias veces en aquellos días, antes de partir para York, donde se celebraba la boda. Allí hubo un baile, ofrecido por los padres de la novia, Lord y Lady Worsley en su propiedad de Hovingham Hall, donde los jóvenes príncipes disfrutaron juntos.

Así fue el flechazo de Juan Carlos y Sofía

El día de la boda, Juan Carlos y su padre, don Juan, se encontraron sentados junto a Constantino y Sofía de Grecia, que tenía al otro lado a Harald de Noruega, en el segundo banco de la realeza extranjera. Años después, doña Sofía le confiaría a la periodista Pilar Urbano: «Por una vez, el protocolo hizo bien las cosas». Este hecho, no pasó desapercibido ni a los invitados más cercanos, ni a la prensa.

Después hubo paseo en carroza por las calles de la ciudad y siguió un gran banquete en Hovingham Hall, además de una fiesta en la que Juan Carlos y Sofía bailaron juntos, sin parar. Fue allí donde sintieron «el tirón de la atracción» según la reina Sofía.

Juan Carlos y doña Sofía, en una imagen de la época. gtres

Los príncipes regresaron a Londres, donde recorrieron solos la ciudad de incógnito e hicieron compras juntos. Sofía y su familia tenían previsto marchar después a Escocia para asistir a las regatas de la Golden Cup, mientras don Juan y su hijo permanecieron en Inglaterra todo el mes de junio.

Semanas después de su regreso, la familia real española recibía una invitación de los reyes Pablo y Federica, a su palacete de Mon Repos, en Corfú, para empezar a hablar de matrimonio. Una unión complicada, entre otras cosas, por la diferencia de credos religiosos.

En el mes de julio, el embajador de España en Portugal daba por hecho el compromiso y así se lo comunicaba a Franco. Un año más tarde, don Juan Carlos y doña Sofía se casaron en Atenas. Protagonizaban la última boda entre miembros de igual rango de la realeza, que no quería matrimonios desiguales. Pero, a partir de entonces, llegó al trono una generación que no pensaba lo mismo.

La vida de los Duques de Kent después de la boda

Los duques de Kent, que residen desde su boda en un ala del palacio de Kensington, eran dos de los mayores apoyos de Isabel II. Él, como consejero de Estado desde 1957 y representante de la reina en numerosos actos oficiales y presidente de más de 140 organizaciones caritativas. Además de ser el Gran Maestre de la Masonería británica.

Katharine, por su gran implicación en el mundo de la cultura, es una mujer refinada y culta, gran amante de la música, de la que ha sido profesora durante décadas. Jamás han sido blanco de escándalos. Solo se han comentado los problemas de salud de Katharine que, en 1994, decidió convertirse al catolicismo siendo el primer miembro de la familia real británica en hacerlo en más de tres siglos. Un paso que fue respetado por la reina Isabel.

En 2002, el duque decidió abandonar su tratamiento de Alteza Real para dejar de ser miembro activo de la realeza. Los duques de Kent tienen tres hijos: George, conde de St Andrews, Lady Helen Taylor y Lord Nicholas Windsor, además de 10 nietos, entre ellos los jóvenes «influencers» Amelia Windsor, Marina Windsor y Cassius Taylor.

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Géminis

Como signo de Aire, los Geminis son sociables cariñosos y divertidos. Son buenos conversadores y tenaces en sus planes y objetivos, con un punto de despiste. Pero, por la dualidad de su origen zodiacal, también pueden ponerse intensos de repente y obsesionarse con racionalizar todo lo que les rodea.

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