Fue de la reina Isabel II

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Con su diseño de conchas y su adorno de perlas, la «tiara de las conchas», como se la conoce, es una de las favoritas de la reina Sofía, su actual propietaria, y quizá la que más ha lucido. La infanta Isabel –María Isabel Francisca de Asís Cristina Francisca de Paula Dominga– fue la primogénita de la reina Isabel II. Nació en 1851 y fue nombrada por su madre Princesa de Asturias, ante el temor de no tener un hijo sano que pudiera acceder al trono. El rey Alfonso XII nació seis años después e Isabel perdió el título y siguió siendo simplemente infanta.
Conocida popularmente como «La chata», por sus rasgos faciales, la infanta Isabel fue muy alabada por su afición a las costumbres y los espectáculos populares, como los toros y las verbenas. Su boda con el príncipe Cayetano de Borbón Dos Sicilias Habsburgo, conde de Girgenti, fue uno de los últimos acontecimientos del reinado de Isabel II, antes de marchar al exilio, en Francia.
La vida de la infanta está marcada por la tragedia del suicidio de su esposo, cuatro años después de contraer matrimonio. El conde Girgenti se pegó un tiro en la sien, mientras Isabel lo escuchaba al otro lado de la puerta cerrada. La infanta no tuvo hijos –sufrió un aborto espontáneo al poco de casarse– y no volvió a contraer matrimonio.
La tiara Mellerio representa varias conchas –que también parecen una ola–. Mellerio se inspiraba, en esa época, en motivos de la naturaleza. Está elaborada en platino –una de las primeras joyas confeccionadas en este material– , con un «pavé» de diamantes, entre los que se encuentran varias perlas en forma de pera y diamantes «briolette», que se mueven y tintinean. En el centro, aparece un gran diamante, que se puede retirar. Fue Alfonso XIII quien heredó la tiara, a la muerte de la infanta, con otras de sus joyas, y, al morir éste, pasó al infante Don Juan, conde de Barcelona y padre del rey Juan Carlos.
Don Juan se la prestó a su madre, la reina Victoria Eugenia, que la lució en una audiencia papal en 1950 así como en varios retratos en los años treinta. También la lució su esposa, doña María de las Mercedes de Orléans, entre otras ocasiones en el baile previo a la boda de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo, en 1947. Los condes de Barcelona se la regalaron a la reina Sofía, por su compromiso con don Juan Carlos, con otras joyas de «La Chata», como un broche de diamantes con perla colgante.
Doña Sofía la lució en el baile previo a su enlace, en Atenas, el 14 de mayo de 1962. Se convirtió en una de sus joyas favoritas. Posó con ella en retratos oficiales, como los fotografiados por la retratista Sylvia Polakov. La infanta Cristina también la ha lucido en cenas de gala, así como la infanta Elena y la infanta Margarita, hermana del rey emérito.
La tiara de conchas es una de las dos de la Casa Mellerio que la reina Isabel regaló a su hija, por su matrimonio. Doña Letizia la ha utilizado solo en una ocasión, siendo princesa de Asturias, en una cena de gala ofrecida a la presidenta de Filipinas, en 2007. Es una joya propiedad de doña Sofía y no pertenece al lote de las «joyas de pasar». La última vez que doña Sofía la lució fue en la boda de Victoria de Suecia en 2010.
«La chata» volvió del exilio tres años después de que su hermano Alfonso accediera al trono. Ejercía de primera dama del reino, papel que siguió cumpliendo durante los dos matrimonios de Alfonso, con María de las Mercedes y Cristina de Habsburgo. Se convirtió en una figura muy popular. Al morir Alfonso XII, se ocupó de educar a su sobrino, Alfonso XIII.
En 1931 partió al exilio con el resto de la familia real y su hermana, la infanta Eulalia. Murió en París, nueve días después de proclamarse la I República, con 79 años. Fue enterrada en el Palacio de la Granja, en Segovia, junto a otros miembros de la familia real española.
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