Cala S'Alguer /
El verano está a la vuelta de la esquina y nosotras no podemos dejar de pensar en la próxima escapada a la playa . Y aunque cualquier plan junto al mar es siempre una buena idea, la realidad es que si se trata de un plan con el que escapar de la rutina, cuanto más tranquilo sea el entorno, mucho mejor.
Por eso, ahora que el tiempo invita cada vez más a planear salidas a la costa, es el momento de organizar el plan perfecto en playas que aún no estén masificadas. La fama de las playas españolas es tal que lo complicado es dar con una en la que se respire esa paz ansiada. Sin embargo, aún quedan tesoros escondidos en los que la naturaleza en su estado más puro abunda por encima de la muchedumbre.
Muchas de estas playas más tranquilas están en la costa mediterránea. Pueblos costeros con mucho encanto, playas de agua cristalina y arena fina y un entorno ideal para relajarse disfrutando del salitre en la piel y el rumor de las olas son los grandes atractivos de estos enclaves que vamos a tener en el radar a la hora de pensar en las próximas vacaciones.
Playa de los Muertos, Almería /
Si lo tuyo son las playas de aguas cristalinas, la Playa de los Muertos tiene que ser tu siguiente destino. Ubicada en la provincia de Almería, dentro del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, entre Carboneras y Agua Amarga, esta playa destaca por la calidad del agua, pero también por la de la arena, fina y muy agradable para estar.
Es una de las playas vírgenes más aclamadas del país, precisamente, por todas estas características que la hacen única, pero también por ser una playa bastante alejada de núcleos urbanos. Esto ayuda a que el ambiente salvaje se mantenga intacto y puedas disfrutar de la naturaleza en su máximo esplendor.
A pesar de su nombre, que se lo debe a una leyenda de naufragios en la zona siglos atrás, la Playa de los Muertos es un destino tranquilo y apacible. Eso sí, es importante tener cuidado a la hora de meterse en el mar, pues tiene un desnivel cerca de la orilla que hace que cubra muy rápido.
Cala S'Alguer, Girona /
Lo que más impresiona de la Cala S'Alguer, en Girona, es su belleza. Tanto es así que en 1972 fue declarada Bien de Interés Cultural. Y basta acercase a ella para comprobar por qué. Este enclave se ubica en la Costa Brava, concretamente en la localidad de Palamós, a menos de una hora de Girona y su historia se remonta al S.XVI cuando se convirtió en un emblemático barrio de pescadores.
Su arena, el color natural del entorno y las pocas construcciones que dan un toque especial a la zona respetando su biodiversidad consiguen un paisaje único que explica la fama de la que goza esta playa. Para empezar, cuenta con apenas 60 metros de longitud cubierto de arena blanca, gruesa y con piedrecitas, y rodeada de vegetación que aporta un toque de color único.
Las casetas blancas pintadas de distintos colores y las barcas varadas en la arena forman parte del encanto de este paisaje. Son construcciones antiguas que ya están integradas en la esencia del lugar y que ayudan a que la experiencia de esta playa sea aún más memorable.
Cala Moraig, El Poble Nou de Benitatxell /
En la provincia de Alicante, entre Xábia y Moraira, encontramos uno de los tesoros de la Costa Blanca. Se trata de la Cala Moraig, una playa entre acantilados, de arena blanca y aguas turquesas, que es el entorno soñado tanto para aquellos que busquen un enclave escondido para descansar como para los amantes de la aventura.
Cala Moraig es el paraíso de los submarinistas. Es la actividad más popular, junto a otros deportes de aventura como el kayak o paddle surf, gracias a la calidad del agua. Es posible bajar hasta 20 metros de profundidad y apreciar especies autóctonas impresionantes.
Precisamente por lo atractivo que resulta tanto para deportistas como para turistas que busquen un espacio idílico, en temporada alta suele estar algo más concurrida que el resto de playas de la lista. No obstante, no llega a ser un lugar masificado y es perfecto para descansar.
Cala Blanca, Jávea /
La Cala Blanca, también conocida como La Caleta de Jávea, se encuentra también en la provincia de Alicante y recibe su nombre por el color blanquecino de sus rocas. El blanco de las piedras y los acantilados que la rodean y el azul potente del agua del mar crean un paisaje único.
La Caleta de Jávea se divide en dos zonas, Cala I y Cala II, que conectan entre sí por un túnel natural de piedras que ya es en sí una experiencia única para los visitantes. La Cala I, por su parte, sobresale por las vistas que tiene desde su mirador, mientras que Cala II destaca por ofrecer unas vistas únicas gracias al brazo de piedra que se adentra en el mar y crea un entorno de paz y conexión absoluta con la naturaleza.
El color del agua, su profundidad y la abundancia de rocas hacen que esta zona sea perfecta para practicar snorkel. Si no eres tan fan de este deporte pero quieres explorar el entorno más en profundidad, hazte con unos buenos escarpines y adéntrate en la belleza interior de este paraje.