La cenicienta del Nilo

El triste destino de Narriman Sadek, la última reina de Egipto: una boda extravagante, un marido infiel y un amargo exilio

Con solo 17 años, la plebeya Narriman Sadek se convirtió en la segunda esposa del rey Farouk, pero su cuento de hadas no tendría un final feliz.

Narriman Sadek, la última reina de Egipto, junto al rey Farouk. / getty

Jorge C. Parcero
Jorge C. Parcero

Sobre el rey Farouk de Egipto se solía decir que si había siete pecados capitales, él encontraría un octavo. Era glotón, mujeriego, adicto a la pornografía, jugador empedernido y, aunque parezca extraño para alguien con una riqueza infinita, cleptómano. Llegó a robarle un reloj del bolsillo a Winston Churchill y una espada ceremonial del féretro del sha de Persia. Pero esta no es su historia, sino la de su segunda y joven esposa, Narriman Sadek, a la que se llegó a conocer como la Cenicienta del Nilo.

Esta comienza en los últimos meses de 1950, cuando el monarca egipcio, recién divorciado de su primera esposa, la reina Farida, que le había dado tres hijas, conoció a una Narriman de 17 años, en una joyería de El Cairo. Ella estaba allí con su prometido, un estudiante de Harvard, para elegir su anillo de compromiso. Por aquel entonces, el monarca ya estaba buscando una nueva esposa que idealmente fuera egipcia y lo más importante, capaz de proporcionarle un hijo que algún día heredara el trono.

Narriman era guapa, joven y su sangre era cien por cien egipcia. Así que tras romper su compromiso, fue enviada a la embajada del país africano en Roma para aprender a desempeñar sus futuras funciones reales, haciéndose pasar por la sobrina del embajador. Allí estudió historia, etiqueta y cuatro idiomas con los mejores profesores, además de someterse a un estricto programa de adelgazamiento.

En mayo de 1951 regresó a Egipto y se convirtió en la reina Narriman, tras una lujosa y extravagante boda. La novia lució un vestido bordado con 20.000 diamantes y recibió multitud de regalos en joyas de oro, que serían posteriormente fundidos en lingotes en secreto.

El nacimiento del heredero y su precipitado exilio

El 16 de enero de 1952 dio a luz al príncipe Ahmed Fouad, heredero al trono. Pero aquel nacimiento que iba a asegurar el futuro de la monarquía egipcia no cambió su triste destino. Ese mismo año, el rey Farouk se vio obligado a abdicar y abandonar el país. Sobre el papel, Ahmed Fouad, de seis meses, era el nuevo monarca, pero su reinado simbólico se vería truncado por la instauración de la República Árabe de Egipto al año siguiente.

La familia real se exilió a bordo del yate El-Mahrousa, primero en Nápoles y luego en Roma. Pese a vivir rodeada de lujos, Narriman se encontraba cada vez más incómoda y descontenta con el estilo de vida decadente de su marido y los rumores de innumerables relaciones extramatrimoniales.

El rey Farouk y Narriman Sadek en Saint Moritz, en 1953. / gtres

Según contaba la revista Time en 1953, la joven de 19 años «a menudo se sentaba durante horas junto a su marido en un club nocturno sin intercambiar una palabra, mientras él acompañaba a la orquesta golpeando los cubiertos o dirigía a los músicos con una cuchara».

Así que en 1954 solicitó el divorcio acusándole de malos tratos y regresó a Egipto acompañada de su madre. El joven príncipe tuvo que quedarse con su padre, y Narriman tan solo obtuvo permiso para verle tras dos años de esfuerzos. Once años después, el rey Farouk, que pesaba por entonces 140 kilos, moriría de un infarto desplomándose sobre su plato en un restaurante de Roma.

El regreso a Egipto y la búsqueda de la felicidad

Poco después de instalarse de nuevo en su país de origen, la antigua reina se casaba con el médico Adham al-Nakib, cuyo abuelo había sido el médico personal de la familia real. Tuvieron un hijo, Akram, y durante un tiempo pareció que Cenicienta del Nilo había encontrado la felicidad llevando una vida tranquila con su nueva familia. Desgraciadamente, eso no iba a durar. Narriman seguía sometida a la presión del nuevo régimen de El Cairo, que no la dejaba olvidar su pasado. Su angustia afectó al matrimonio y se divorció en 1961.

En 1967 se casó por tercera vez con Ismail Fahmy, general de las fuerzas armadas egipcias. Su matrimonio duró el resto de su vida, con su esposo dedicado a protegerla de su propio pasado. Vivió aislada en su piso del exclusivo barrio cairota de Heliópolis y siempre se negó a escribir sus memorias. Salvo una o dos entrevistas, rechazó cualquier oferta para hablar de su pasado como miembro de la familia real.

Narriman Sadek murió el 16 de febrero de 2005 en un hospital a las afueras de El Cairo, tras sufrir una hemorragia cerebral. Fue reina de Egipto solo durante dos años y pasó el resto de su vida intentando hacer frente a su pasado y tratando de crear un nuevo comienzo.

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