un hombre ante el apocalipsis

Ricardo Darín: «A pesar de ser una historia de ciencia-ficción que nació a mediados del siglo pasado, El Eternauta me pareció sospechosamente actual»

El actor argentino protagoniza la producción de Netflix que se estrena el 30 de abril y adapta la novela gráfica homónima, regresando a las series de televisión después de 25 años.

Ricardo Darín, protagonista de la nueva serie de Netflix, El Eternauta, que se estrena en la plataforma el 30 de abril. / sebastián arpesella/netflix

Aloña Fdez. Larrechi
Aloña Fdez. Larrechi

Viéndole al otro lado de la pantalla, con sus gafas de pasta negra y su pelo cano, iluminado por una mañana soleada y con una sobrecargada librería blanca a sus espaldas, sorprende que Ricardo Darín (Buenos Aires, 1957) destile el entusiasmo propio de quien presenta su primer proyecto.

Con una carrera interpretativa cuyos inicios se remontan a los años 60 –«Nací prácticamente dentro de un estudio televisivo», asegura–, el actor argentino se ha adentrado ahora en la imparable corriente de las plataformas de streaming de la mano de Netflix , donde el 30 de abril estrena El Eternauta.

La adaptación de la novela gráfica de Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López relata las consecuencias de una tormenta de nieve tóxica que obliga a los habitantes de la capital argentina a luchar por la supervivencia. Pero la amenaza va más allá de un fenómeno meteorológico inusual en la ciudad y, en realidad, el temporal es el primer ataque de un ejército alienígena que pretende conquistar la Tierra.

Ciencia-ficción made in Argentina

«A pesar de ser una historia de ciencia-ficción que nació a mediados del siglo pasado, El Eternauta me pareció sospechosamente actual», comenta el actor antes de añadir que la vigencia de la historia que narra la serie «es una de esas cosas que nos llaman la atención cuando nos damos cuenta de lo cíclicas que son nuestras eras. Siempre estamos lidiando con algún tipo de amenaza, siempre nos estamos encontrando con algún factor hostil hacia nuestras sociedades, nuestros países, por un motivo u otro».

Esa amenaza también se percibió cuando se publicó la novela gráfica, a finales de los años 50, y hubo quien señaló que la trama tenía cierta lectura política: los invasores y sus métodos eran referencias a la dictadura que entonces sufría Argentina.

Ricardo Darín como Juan Salvo en una imagen del primer capítulo de la serie El Eternauta, basada en la novela gráfica homónima. / netflix

En El Eternauta, Darín interpreta a Juan Salvo, un hombre normal que, en el momento en que llega la tormenta, se encuentra en casa de unos amigos y, en cuanto tiene la oportunidad, sale a las calles de un Buenos Aires desierto y nevado para encontrar a su familia. El intérprete, que en un momento de la entrevista online se detiene para girarse a su izquierda y despedirse con un afectuoso «chao, amor, chao», confiesa que si se viese en una situación similar a la de su personaje cree que haría lo mismo.

«A priori todos somos valientes –añade inseguro–, pero cuando el terror está instalado, cuando el desconocimiento de lo que ocurre afuera es tan impactante, es probable que tengas la intención de hacerlo pero te quedes un rato petrificado, sin saber por dónde salir. Es ahí donde nos ponemos a prueba, no solo en el coraje y en la valentía, sino también en el raciocinio».

Para llevar a la pantalla el escenario apocalíptico que Oesterheld imaginó y Solano López dibujó, la producción argentina invirtió siete meses de rodaje y mucha, mucha, nieve. «No te puedes imaginar el trabajo que hizo todo el equipo encargado de fabricarla», señala el intérprete con asombro. «No solo tenían que producir la que cubría el suelo y todo lo que ves en el plano, sino también la que cae permanentemente sobre nosotros. Fue un trabajo muy grande, con muchísimas personas a cargo», detalla antes de reconocer que, para él, «fue algo increíble, nunca había visto una cosa así».

«Y, además, hay un trabajo doble –prosigue–, porque en algunos momentos de la trama tenemos la percepción de que todo está recién nevado y tras cada toma había que cepillarla de nuevo» para que se mantuviese la idea de que «por ahí todavía no había pasado ninguna persona», ya que esa nieve ficticia supuestamente «es tóxica y mata».

Feliz en el escenario

De vuelta en las series de televisión tras 25 años centrado en el cine y el teatro, Darín afirma que este último es el que le hace realmente feliz, porque «el escenario no tiene parangón, no hay forma de reemplazarlo, es otra cosa. Es el lugar en el que los actores padecemos, sufrimos y disfrutamos como en ningún otro lado. Además, es el único lugar en donde todo está bajo nuestra responsabilidad».

Ricardo Darín en un fotograma de El Eternauta, la serie argentina que adapta la novela gráfica homónima y se estrena el 30 de abril. / netflix

Desde su punto de vista, «en los otros formatos se dividen mucho las responsabilidades y hay algunas que están fuera de tu control. Para mi suerte, en el caso de El Eternauta, lo que no he controlado yo ha quedado en mejores manos que las mías», apunta riendo.

Precisamente el próximo otoño se subirá otra vez a las tablas sobre las que tanto disfruta, poniéndose de nuevo en la piel de Juan, que junto a su exmujer Mariana relata a los espectadores el devenir de su matrimonio en Escenas de la vida conyugal. Tras el éxito cosechado en Madrid durante el pasado año con la nueva adaptación de la historia de Ingmar Bergman, el actor regresará a la capital junto Andrea Pietra «en septiembre u octubre» y posteriormente también «a otras ciudades de España».

Una familia de artistas

Si se le pregunta por el momento en el que decidió dedicar su vida a la interpretación, el actor reconoce: « Cuando un buen día me planteé qué quería ser, ya lo estaba siendo. Empecé muy pequeño, paralelamente al colegio, y cada vez me convocaban más», en un momento histórico «en el que, cuando los niños actuaban, declamaban; era un pelín exagerado. Como yo era hijo de actores y me había criado dentro del medio, mi paso a la acción se dio con naturalidad, porque las herramientas que yo tenía eran innatas, no eran declamatorias».

«El medio no me resultaba hostil, era como la extensión del salón de mi casa. Al menos es lo que recuerdo y lo que me decían mis colegas, entre ellos Norma Aleandro, Héctor Alterio y todas esas bestias con las que me tocó trabajar desde muy pequeño», rememora.

Ricardo Darín, que en otoño regresará a los teatros españoles con Escenas de la vida conyugal. / Sebastián Arpesella /NETFLIX

En el árbol genealógico de los Darín, Ricardo no ha sido el único que decidió seguir los pasos de sus progenitores: el protagonista de películas como El secreto de sus ojos y Argentina, 1985 ha visto cómo su hijo Ricardo Mario, conocido artísticamente como Chino , también ha hecho de la interpretación su profesión.

Algo que a su orgulloso padre le «parece fantástico, porque además lo hace muy bien. Es mucho más inteligente que yo, más cerebral si se quiere», afirma. «Tuvo que cargar con el peso de un apellido –explica–, algo que mucha gente pensará, equivocadamente, que es a favor, pero yo creo que es en contra. Y lo hizo con sus propias herramientas, paulatinamente, midiendo muy bien sus pasos. Me hace muy feliz saber que él se abrió un camino por sus propios medios y yo, honestamente, no intervine para nada».

Ricardo Darín en el papel de Jaun Salvo en un fotograma de la serie de Netflix, El Eternauta. / netflix

Con la experiencia que otorga el rodaje de una serie apocalíptica, es inevitable preguntar al actor, y más en estos inciertos tiempos, si tiene algún consejo para afrontar el fin del mundo. «Sí», responde con rotundidad, «lo tengo: la vida es hoy, aquí y ahora. Lo demás está en manos de unos locos que andan dando vueltas por ahí, como decía Serrat en uno de sus temas. Así que no queda más remedio que disfrutar de la vida, intentar no perder el objetivo de la felicidad, cuidar a los nuestros y ayudar en lo que podamos en la medida que esté a nuestro alcance. Todo lo demás está fuera de nuestro control».

«Suena un poco catedrático, pero creo que hay que dar ejemplo en vez de exigir que otros lo hagan. A veces, el ejemplo cunde, encuentra adeptos, gente que lo abraza y se da cuenta de que la vida es muy difícil. Todos tenemos problemas y es más fácil juzgar al otro que intentar comprenderlo. Tenemos que ser un poco más amorosos», sentencia.

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