minicumbre en el vaticano

Lo que no se vio de Letizia en el funeral del papa Francisco: la polémica por las gafas de sol, el saludo cariñoso a Melania y el milagro que todos rumoreaban

El funeral por el papa Francisco reunió en la plaza de San Pedro del Vaticano y alrededores a cinco reyes y reinas, 170 jefes de Estado y alrededor de 400.000 asistentes. Todos frente a un ataúd de madera que enviaba el último mensaje incómodo del pontífice.

Los reyes Felipe y Letizia actuaron una vez más como los mejores embajadores internacionales del Estado español. / CASA REAL

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Aunque la cámara de la Rai, la Radiotelevisión Italiana, emitía una señal institucional que se centraba en el significado del féretro de madera del papa Francisco y los oficiantes de su funeral, la agencia Associated Press no quitó ojo en toda la ceremonia a los Trump, Donald y Melania. Y, de rondón, a los reyes Felipe y Letizia, sentados por orden alfabético prácticamente a su lado. Solo les separaba Alar Karis, presidente de Estonia. La vigilancia a los monarcas españoles fue, sin ellos pretenderlo, máxima.

Permanentemente enfocados, pudimos ver a la perfección la compostura de los cuatro, marcada por la siempre extravagante actitud del presidente Trump. Los reyes Felipe y Letizia lucieron gafas de sol en la misa , algo que en un primer comentario llevó a una vana polémica. Muchos mandatarios y monarcas lucieron protección contra el sol, que pegaba de lo lindo en la plaza de San Pedro del Vaticano. No lo hizo la pareja presidencial de los Estados Unidos, aunque Melania seguro que se lamentó por ello.

Pese a la proliferación de gafas de sol entre los asistentes, la polémica sobre las gafas de sol de Letizia no cesó en los corrillos habituales: se sabe que todo lo que atañe al vestido de la Reina interesa. E interesa, sobre todo, polarizar. Tanto es así, que la Casa Real tuvo que enviar un comunicado aclarando el uso lentes solares: «Sus Majestades los Reyes han hecho uso de gafas de sol siguiendo las indicaciones del Vaticano, que recomendaba su empleo ante la exposición directa al sol durante un par de horas sin posibilidad de movimiento».

Los Reyes y los Trump, vigilados en el Vaticano

El presidente Trump, como el príncipe Gales, vistió traje azul y no negro, algo que marcó una distancia primera con el general luto por el papa Francisco . Pero, además, no dejó de mirar (o quién sabe si admirar) la impresionante arquitectura del corazón del Vaticano, acaso sorprendido por la densidad histórica y estética del lugar. ¿Resistirá en él alguna sensibilidad de este tipo? Se metió un chicle en la boca, ojeó el libro ceremonial con desinterés y hubo comentarios con Melania. También la reina Letizia inició comentarios con el rey Felipe durante la ceremonia.

El supuestamente polémico saludo entre la reina Letizia y Melania Trump, tachado de frío por algunos comentaristas. / CASA REAL

Vimos a Donald Trump evidentemente molesto por tener que levantarse y sentarse para seguir el rito ceremonial del funeral , prueba de que sus rodillas de 78 años reclaman atención. Es probable que su constante mirar hacia todas direcciones mientras está erguido tenga que ver con cierta dificultad para estar de pie sin moverse del sitio (él admite 98 kilos, pero está más cerca de los 100). No olvidemos que el mandatario estadounidense es un genio del disimulo y que uno de los lemas que aprendió de su maestro, el abogado Roy Cohn, reza: «Negarlo todo y jamás admitir una derrota».

Los Reyes fueron cálidos e impecables, pero no exagerados

Despistado totalmente por el ceremonial, tuvo que ser el rey Felipe quien llevara la iniciativa las dos veces que estrechó la mano a la pareja Trump. A su llegada, fue el monarca quien saludó primero y extendió brazo y sonrisa al presidente estadounidense y su pareja. A continuación fue Letizia, quien de nuevo dio que hablar por un supuesto saludo frío a la primera dama. No fue así: la reina extendió, como siempre, sus dos manos para acoger la de Melania , en su conocido gesto de calidez personal. Si no fue más allá fue por respeto al momento: el networking no era el objetivo de la reunión.

Hubo un segundo momento de contacto, cuando los fieles se dan la paz durante la ceremonia, en el que de nuevo fue el rey Felipe quien se volvió a su derecha para estrechar la mano al presidente de Estonia y a los Trump. El mandatario estadounidense, una vez más, pareció sorprendido, pero inmediatamente decidió imitar al monarca español y procedió a dar la paz a todo su entorno. No hubo aquí contacto entre Letizia y Melania, pero en este momento de la paz fraternal pudimos ver otra rara escena entre los reyes españoles: se besaron en la mejilla.

Cabe subrayar la sobriedad de la reina Letizia, una nueva muestra de respeto hacia la solemnidad de esta despedida al papa Francisco, en la que cualquier signo de ostentación hubiera estado fuera de lugar. De hecho, vimos varios errores de protocolo y a alguna acompañante de mandatario excesivamente enjoyada y, quizá la reina Maltilde de Bélgica pudo haber prescindido de una llamativa gargantilla de diamantes y perlas de seis vueltas. ¿Quizá debió Letizia prescindir del gran broche de perlas que perteneció a la reina Victoria Eugenia y que lleva a los funerales de Estado? Hubiera sido un gesto muy significativo.

Reinas solas y mujeres poderosas

Nada que objetar, sin embargo, a las otras cuatro reinas que ocuparon su lugar frente a la Basílica de San Pedro (las de Noruega, Dinamarca, Suecia y Jordania) ni a la princesa de Mónaco y la gran duquesa de Luxemburgo. Todas vistieron de negro, con o sin mantilla, pero sin alharacas. Mary Donaldson asistió al funeral llamativamente sola: el rey Federico prefirió continuar con su viaje por Japón. Dos mujeres rompieron la norma del vestido o falda para subrayar su poder: la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, vistieron pantalones.

Un momento de la charla informal entre Volodimir Zelenski y Donald Trump en la Basílica del Vaticano. / D.R.

Más de 11.000 policías y agentes de seguridad protegieron a la mayor reunión de líderes mundiales del año, no solo prestos a rendir tributo al papa Francisco sino, también, a reunirse en mini cumbres previamente acordadas. Hubo dos fotos extraordinarias: la que mostró a Volodimir Zelenski y Donald Trump sentados frente en frente en el interior de la Basílica de San Pedro, en un encuentro de 15 minutos, y el de ambos con los primeros ministros de Francia, Emmanuel Macron, y Reino Unidos, Keir Starmer. ¿Saldrá de este funeral vaticano el milagro de la paz? Este sí que sería un golpe de efecto extraordinario, y no vapulear en televisión a un jefe de Estado en necesidad.

Sea como fuere, España envió a la máxima representación diplomática posible en la figura de los reyes Felipe y Letizia que, además de mostrar elegancia y calidez a los actuales reyes del mundo (los Trump, pese a las críticas, fueron el centro de atención), fueron capaces de encontrarse con sus iguales de manera algo más orgánica. Gracias a una foto filtrada en Instagram, les vimos en una charla informal con el príncipe de Gales, Guillermo de Inglaterra, en el interior de la Basílica. Vuelve a confirmarse la buenísima relación que mantienen Zarzuela y Buckingham Palace.

Los reyes Felipe y Letizia compartieron unos minutos de charla con el príncipe de Gales, antes del comienzo del funeral del papa Francisco. / INSTAGRAM

En la importante homilía, el cardenal Giovanni Battista Re habló de «construir puentes y no muros», de «la Iglesia como un hospital de campaña» (una idea de Bergoglio), de la fraternidad (en la encíclica 'Fratelli Tutti', Bergoglio llamó a luchas contra la desigualdad) y de «el deber de cuidar la casa común» (en alusión a la encíclita 'Laudato Si'' en la que el Papa abordó el cambio climático). Dejó, además, una frase clave del pontífice: «La guerra siempre deja al mundo peor que como estaba».

El «incomparable marco», la pompa eclesial, la acumulación de líderes mundiales contrastó enormemente con el ataúd de madera en el que el papa Francisco, Jorge Bergoglio, decidió descansar Sustituyó así los conocidos tres féretros, el catafalco (no quiso elevarse por encima de nadie) y el báculo papal. Dicen que murió con 90 euros en su cuenta. Se enterró con sus conocidos zapatones negros, esos que se resistía a tirar.

El papa Francisco no quiso enterrarse en el Vaticano, como tampoco quiso vivir donde lo hicieron los anteriores pontífices. Descansa en la Basílica de Santa María la Mayor, muy próxima a la residencia de Santa Marta donde vivió, en una franciscana habitación. Dicen que quiso morar «bajo la sombra de una mujer», aunque no hiciera nada por librarlas de la subalternidad injusta que viven en la jerárquica institución eclesial.

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